COVID 19: un proceso complejo
De todos los casos registrados de COVID-19, el 90% en las zonas urbanas se convirtieron en el epicentro de la pandemia. La alta concentración de habitantes y de intercambios, las hicieron especialmente vulnerables a la propagación del virus, pues los datos muestran una correlación entre la densidad en sí misma y una mayor transmisión de la enfermedad (ONU, 2020).
La presente crisis sanitaria ha desestabilizado a corto plazo la economía y la igualdad de acceso y oportunidades en muchas ciudades, así como la seguridad, el empleo, los servicios públicos, la infraestructura y el transporte. Esa inestabilidad afecta de manera desproporcionada a los más vulnerables de la sociedad.
En las zonas urbanas, las medidas de confinamiento tienen repercusiones económicas que van más allá de sus propios límites. No olvidemos que las economías urbanas representan, aproximadamente, el 80 % del PIB mundial. Se estima que las horas trabajadas en todos los países disminuyeron 14% en el 2021 con respecto al 2010, lo que equivale a una pérdida de 400 millones de puestos de trabajo de tiempo completo. El sector informal, que supone un 90 % y un 67 % del empleo en los países de ingreso bajo y mediano, respectivamente, ha sido uno de los más perjudicados en todo el mundo. En el primer año de la crisis, quienes trabajaban en la economía informal perdieron de 60 % a 80% de sus ingresos.
El efecto ha sido devastador entre las mujeres, que están sobre representadas en el sector informal y en otros muy castigados, como los del turismo y los servicios derivados de esta actividad. Es posible que las ciudades con economías menos diversificadas salgan peor libradas.
Debemos sumar a la reflexión el incremento en los actos de auto privación de la vida que se tienen registrados a nivel nacional en 2021. La información reciente muestra incremento de asesinatos, feminicidios, homicidios y sobre todo el foco rojo en llamadas de emergencia para atender el alarmante número de casos sobre violencia intrafamiliar, violencia en la cual los perjudicados son principalmente las mujeres y los infantes.
Por ejemplo, El colectivo Aquí Estamos destaca que en el país, hasta junio de este año 164 niñas y adolescentes había sido asesinadas y de diez mil mujeres y niñas desaparecidas durante 2021, sólo se han localizado a dos mil de ellas.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, México rebasó el incremento de pobreza estimado inicialmente como consecuencia de la pandemia: ya son 67 millones en total y la pobreza extrema se duplicó de 9.03 millones en el año 2018 a 18.3 millones en 2021, es decir 9 millones más de mexicanos en esa condición. La crisis ya se manifestaba desde que comenzó el año 2020, las noticias de la pandemia fueron tomadas a la ligera, no solo por el gobierno sino también por la sociedad.
En la presente coyuntura, aparecen nuevas relaciones sociales y familiares, nuevos miedos, nuevos horarios y formas para el consumo, por ejemplo los cubrebocas y el gel con alcohol para las manos fueron escasos cuando más se requería de ellos. Para algunos la pandemia ha representado nuevas oportunidades y retos, así como actitudes y comportamientos con nuevos esquemas de trabajo o de estudio y trabajo desde casa, desafortunadamente para otra parte de la población representa nuevas víctimas, sobre todo si se es viuda (o) o huérfano (a) por razón del covid-19, pues han sido demasiadas muertes innecesarias por descuido, incredulidad o exceso de confianza. Además de las personas que resultaran discapacitadas por las secuelas de la enfermedad.
El confinamiento nos ha dividido entre quienes realizan actividades esenciales, prioritarias e insustituibles y quienes realizan las otras actividades, las cuales desde esa óptica, parece ser que no son importantes. La pandemia de COVID-19 transformó la vida cotidiana en todo el mundo. Se pasó de una convivencia cercana a un distanciamiento social, el cual generó repercusiones diferenciadas por regiones.
Un impacto sustantivo de la pandemia está en el regreso a las actividades cotidianas: ha representado retos y limitaciones para que haya grandes concentraciones, lo que genera consecuencias en la salud mental de la población. Dentro de las consecuencias a largo plazo, se espera que la pandemia modifique de forma sustantiva la forma de socializar y de convivir, pero parece que la resistencia a los cambios es intensa y están lejos de concretarse nuevas dinámicas cotidianas. Al contrario de lo que ocurre en otras ciudades mundiales, la población en México mantuvo el contacto entre familias y asistió a lugares públicos con cierta confianza en cuanto fue posible, lo cual mantuvo utilizados los espacios tradicionales de convivencia y de socialización.
En primera instancia, estas acciones parecen liberar en cierta medida la presión psicosocial que implican las modificaciones en las formas de convivencia social, pero al mismo tiempo representan riesgos mayores de contagios. En este contexto, la salud mental es un tema relevante y fundamental para las recuperaciones, por lo que en los siguientes años debe ser un gran tema para la agenda pública de los gobiernos a nivel mundial, más aún en una región tan dinámica y poblada como la Ciudad de México.
El confinamiento nos llevó a pasar los días en el hogar sin el contacto social acostumbrado, asimismo generó más tiempo para dedicarlo a nuestra conciencia y para atender nuestra mente, lo cual puede ser una tortura o una oportunidad dependiendo de cómo se realice esta actividad.
Granados, 2021